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La cantidad de problemas que ha provocado Flash a los usuarios de Linux sería un buen argumento para ilustrar los inconvenientes del software propietario. Desde que salió la versión 9 de este estándar de vídeo y animación en la Red, Adobe ha dio prometiendo la correspondiente versión para Linux, pero la realidad es que durante meses y meses sólo ha habido anuncios, ruedas de prensa y anticipos como si se tratase de un programa revolucionario de altísima tecnología o del lanzamiento de un nuevo sistema operativo de Microsoft.
Pero las cosas llegan, sólo se necesita tiempo y paciencia para contemplar cómo se cumplen (o no) definitivamente los ciclos. Le ha llegado a Flash para Linux. Ya tenemos versión final. Algunos linuxeros se alegran al poder normalizar su navegación en Internet, otros han decidido prescindir para siempre de un formato que no les garantiza el futuro.
¿La vida es posible sin Flash? Sin duda es más limitada, pero tal vez más coherente para los defensores del código libre.

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